miércoles, 2 de febrero de 2011

Necesitamos una educación en valores. Por Milagros Paucar

Por Milagros Paucar Muñoz 
Lic. en Educación
Preocupa que en las Instituciones Educativas, hogares y comunidades se sobrevalore lo cognoscitivo y se subestimen los valores morales. Nuestra tarea educativa no debe agotarse en academicismo y repetición mecánica de conceptos, es conveniente que todo conocimiento tenga su aplicación y mejor aún se vincule con el trabajo. Trabajo y educación deben complementarse en pos de un humanismo auténtico. Con ese fin interesa que los agentes educativos (alumnos, profesores y padres de familia), cambien de mentalidad, de actitudes, habilidades y valoraciones.

Los valores son el centro del problema en educación. Con ellos modelan las mentalidades, las actitudes y los comportamientos individuales o colectivos. Es necesario dar prioridad a los valores claves que permitan a los estudiantes construir un orden comunitario, nacional o internacional, más justo y más humano.

Podemos observar que existen países que destacan por su gran escala de valores. Tal es el caso de China, que se ha preocupado en transformar la mente del hombre, dándole una visión del mundo, llegando a lo más profundo de su ser, a fin de que, en lugar de mitos, supersticiones, sentido mercantilista de la vida y antivalores de la sociedad del consumo, tenga una ideología política, racional y científica. Mientras en Occidente la educación, la ciencia y la técnica están al servicio del desarrollo individual, en China se orientan hacia el desarrollo social.

La calidad de la educación demanda resaltar el concepto de sociedad educadora, destacar la estrecha relación que hay entre la escuela y la sociedad, asimismo, el Estado por determinación constitucional tiene un rol preponderante en la educación nacional, contemplando la eficiencia de los centros y programas educativos. Para educar en valores debe crear mecanismos que contribuyan directamente con el quehacer escolar y comunal. El Estado debe propiciar la viabilización  de un plan nacional de educación, de acuerdo a nuestra realidad y hacia vías de desarrollo.

Los Valores son cualidades de las acciones, de las personas, de las cosas que nos atraen porque nos ayudan a hacer un mundo habitable. Orientan nuestra conducta en base a ello decidimos como actuar entre las diferentes situaciones que nos plantea la vida, para llevar una existencia verdaderamente humana y justa.

Sin asumir posturas pesimistas, sino propositivas, es necesario reconocer una realidad, en gran medida el comportamiento de la sociedad indica que se están dejando de asumir los Valores Morales, y en cambio se introyectan antivalores, lo cual mina o denigra las relaciones humanas. Las causas pueden ser diversas y combinadas, como: la influencia de algunos medios de información, conflictos familiares, pobreza, malas políticas de gobierno, modelos que exhiben las autoridades, profesionales, maestros y políticos, etc., pero sobre todo el funcionamiento de un sistema educativo desvinculado de las necesidades actuales de los ciudadanos.

Es una manía en nuestra sociedad atribuir todo género  de deficiencias y vicios a los pobres y de aciertos y virtudes a los adinerados. No faltan prejuicios que por igual sostienen que los pobres carecen de cultura, creen que la condición de culto es sólo atributo de personas con estudios superiores. Todavía algunos confunden cultura con erudición, no advierten que cultura es un modo de vida y prejuzgan que los profesionales son cultos. Con lo ocurrido en la época de corrupción fujimontesinista donde están involucrados tantos profesionales: Militares, abogados, ingenieros, periodistas, etc. Se puso más evidente el perfil real de estos profesionales, en el campo público y privado. Es así que muchos de los autotitulados “doctores” son analfabetos en valores éticos y sociales, practican impunemente la explotación, la mentira, el engaño, la irresponsabilidad, la injusticia, la insensibilidad, falta de respeto a los demás; viven una cultura de mediocridad y de antivalores, intencional o casualmente, a falta de una educación integral.

En nuestras interacciones con otros hombres debemos excluir prejuicios y actuar con mayor criticidad. Tanto pobres como ricos, analfabetos como profesionales, hombres como mujeres, niños o jóvenes, como adultos, según su modo de vida viven una cultura de calidad, cuando experimentan valores o cultura de mediocridad, si viven antivalores.

Cuanto mayor es el desarrollo científico y técnico, mayores son las responsabilidades a las que es necesario hacer frente de manera verdaderamente humana. Hoy, apremia, la educación en valores. No podremos avanzar en la construcción de una convivencia social, justa y libre, si las nuevas generaciones no son educadas en los valores fundamentales y si no se ejercitan en vivir desde la infancia. Este es un ejercicio que, además de libros y profesores, requiere la práctica convincente de los Valores Morales.

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